La destilación como tantas otras técnicas de uso en la química convencional, debe su descubrimiento a los alquimistas.
Los orígenes de la alquimia pueden rastrearse en Grecia hacia el año 300 antes de Cristo, recogiendo aportaciones egipcias y babilónicas. Su mayor esplendor en la antigüedad parece haberse alcanzado en Alejandría entre los años 200-300 después de Cristo, siendo posiblemente en esta época cuando se inventa el alambique, que algunos historiadores atribuyen a María la Judía, Zósimo de Panópolis y su hermana Theosebeia.
Hay pruebas documentales de que los trabajos de estos alquimistas llegaron a los árabes y los aparatos que utilizaban para la destilación son descritos por Marco Graco en el siglo VIII, en el que puede considerarse el primer documento histórico sobre la destilación de vinos, aunque no indica nada sobre las características del destilado obtenido.
Los árabes recopilaron los conocimientos de los alquimistas existentes hasta la época en el llamado "Libro de Crates". Pero será la obra de Gerber (posible seudónimo de un grupo de alquimistas árabes), publicada hacia el año 850, y que fue traducida al latín con el título "De Summa Perfectionis", la que llevará a Europa el pensamiento y los métodos de la química.
En Europa la figura de Taddeo Alderotti, junto con Arnau de Vilanova fueron los primeros que se ocuparon de la destilación del vino para la obtención del aguardiente simple y compuesto. Se puede afirmar con un alto grado de seguridad que sus obras inspiraron cuantos médicos posteriores se ocuparon del tema a los largo de los siglos XIV y XV.
Hay que tener en cuenta que este alcohol tan primitivo no era apto para el consumo humano sino como aplicación médica.
Por aquel tiempo no se podían distinguir los alcoholes primarios, de los secundarios y terciarios, así que pasó cierto tiempo hasta que, de forma empírica, comprobaron que los primeros vasos que salían eran perniciosos, así como los últimos (debieron dejar ciegos a medio pueblo), lo que hoy llamamos cabezas y colas de la destilación y que contienen substancias tóxicas extremadamente peligrosas, desde metanol, hasta metales pesados.
Hasta finales del siglo XVIII, cuando el científico alemán Daniel Gabriel Fahrenheit (1686-1736) inventó el primer termómetro, no se podía cuantificar la cantidad de temperatura, por lo que hasta el siglo XIX, las destilaciones se hacían de forma empírica, casi era un oficio esotérico, porque una mala praxis, podía matar o dejar ciega a toda una población.
La fabrica de Aguardientes de Mira
Por los recibos de la contribución industrial de 1893, sabemos que en Mira había una fábrica de aguardientes y que su propietario era Camilo Domínguez. Posiblemente la fábrica estuviera en la calle Lorza 8, lugar donde estaba domiciliado su propietario. En 1911 el negocio seguía activo.
BIBLIOGRAFÍA:
- "Tierra de la provincia y obispado de Cuenca" Don Braulio Marcos Huerta.
- Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración de España.
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