El alumbre es un mineral, de origen volcánico en muchos casos, conocido desde la antigüedad por sus propiedades cicatrizantes, antibacteriales y desodorantes. En la Edad Media fue utilizado con frecuencia para curtir el cuero, en técnicas de pintura, pero sobre todo como mordiente, para fijar los colores de los tejidos.
Hasta el siglo XV las minas de alumbre del Imperio Bizantino, con la aportación financiera y comercial de los genoveses, suministraron prácticamente toda la materia prima demandada por la industria textil europea. Tras la conquista de Constantinopla por los turcos en 1453 se encarecieron los precios del alumbre por las rutas de distribución habituales, y se hizo oportuno buscar otras fuentes de aprovisionamiento, máxime teniendo presente el despegue de la pañería en muchos rincones de Europa. En 1459 se descubrieron las minas de Tolfa en los Estados Pontificios, que se pusieron en explotación en 1463. Edward Cooper ha recordado la importancia de las riojanas de Casacarrillo, estudiando el intento de explotación de las de Ademuz entre 1461 y 1462. También aparecieron en la Península las minas de Rodalquilar en Almería y las Mazarrón en Murcia.
El consumo de alumbre por la pañería hispana.
A principios del siglo XVI el negocio del alumbre en España adquirió un gran desarrollo, al crecer la demanda de mordiente en la fabricación textil a nivel europeo. La pañería conquense, que se remontaba a la Baja Edad Media, vivió su edad de oro y necesitaba ingentes cantidades de alumbre, aunque parece que se abastecía sobre todo de alumbre de importación, bastante más caro y de calidad superior, que los mercaderes genoveses traían de Italia. Situación comprensible por la calidad superior de los paños que generalmente se fabricaban en Cuenca.
A finales de siglo la producción de alumbres en España estaba en franca decadencia. Las fuertes exigencias tributarias de una Monarquía en guerra gravaron tanto la elaboración de paños como el consumo. Desde 1575 los conquenses se quejaron amargamente de los perjuicios ocasionados por las alcabalas. Los textiles de otros lugares de Europa resultaron más competitivos que los de Castilla, lo que fue varias veces denunciado por más de un arbitrista. La paz con Inglaterra en 1604 significó la llegada a través de Portugal, entonces dentro de la Monarquía hispana, de muchos productos textiles procedentes de aquel reino.
Por si fuera poco la derrota de la Gran Armada determinó a un endeudado Felipe II a exigir un nuevo impuesto sobre los sufridos consumidores castellanos, los millones, que también gravaron el alumbre, hasta entonces generalmente exento. Nada de ello ayudó precisamente a la recuperación del sector. En 1591 se cerraron las minas de Cartagena y a fines de 1592 les tocó el turno a las existentes en Rodalquilar y Mazarrón, desapareciendo en pocos años las principales minas de alumbre de roca que había en España.
El alumbre de Mira
Frente a este proceso algunas modestas minas de alumbre supieron afrontar mejor la crisis al utilizar una tecnología sencilla y accesible, lo que reducía el coste, y por ser en muchos casos un mero complemento de las actividades agrícolas y ganaderas, adaptándose mejor a las fluctuaciones de la demanda del mercado. En este contexto conocemos que en 1601 se otorgó a Pedro Monteagudo el permiso para explotar una mina de alumbre en la villa de Mira. Se desconoce si el propietario de la concesión la puso en explotación o solo aspiró a controlar el yacimiento. Tampoco conocemos su localización exacta, aunque pudo estar cerca del río Cabriel, donde existen dos topónimos mineros. No fue la única en las tierras conquenses, se tiene constancia de una mina de alumbre en Beteta y de una mina de caparrosa en Enguídanos, mineral también utilizado como mordiente textil.
BIBLIOGRAFÍA:
- La minería aragonesa en la cordillera ibérica durante los siglos XVI y XVII. Emilio Benedicto Gimeno, José Antonio Mateos Royo.
- Registro y relacion general de minas de la corona de Castilla. Escrito por Tomás González
- El acebo y el Rey sin Fe, HISPANIA, 2008, vol. LXVIII, número 229, pp. 315-340. Edward Cooper..
muy interesante el post
ResponderEliminarEl alumbre no es antitranspirante, eso de que libera iones de aluminio es falso, el mismo mineral elimina y deshidrata las bacterias eliminando el olor corporal, pero permite la transpiración, no bloquea para nada las glándulas sudoriparas.
ResponderEliminarMe posria pasar la fuente de tu comentario ya que me interesa saber más sobre este mineral.
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