La Fuencaliente de Mira


La Fuencaliente de Mira fue una antigua aldea de Mira, que fue desalojada y posteriormente inundada por las aguas del embalse de Contreras.

La primera referencia que se conoce es en el siglo XIV, cuando en el testamento de D. Juan Alvar García, señor de Utiel, Beteta y Tragacete, dona a su hermana María Álvarez, la dehesa de la Fuencaliente.

Un siglo más tarde, Don Diego Zúñiga, en nombre de su madre, Doña Juana de la Cerda, reclama al concejo de Requena la mitad de la dehesa de la Fuencaliente. Este hecho llevaría a Requena a tener que comprar la parte demandada por 130000 maravedís, cosa que provocó las quejas de Iniesta, que se querelló contra el concejo requenense alegando la gran cantidad de tierras adehesadas que ya poseía dicha villa.

En el siglo XVI, la dehesa sería protagonista de fuertes discordias entre Mira y Requena. Los mireños siempre defendieron que sus mojones antiguos iban desde el Pajazo hasta la Muela del Coso; Requena sin embargo, llevaba los lindes Cabriel arriba, prácticamente hasta llegar a la Cueva Santa. El conflicto generó varios procesos, solucionándose parcialmente en 1566, cuando por sentencia definitiva, la mojonera quedaba definitivamente incorporada al término de Mira.

A finales del siglo XVIII se conoce la existencia de varias casas de hortelanos, sin embargo la implantación de una numerosa población permanente en el lugar posiblemente no se iniciara hasta principios del siglo XIX, cuando Francisco Portillo, vecino de Motilla del Palancar, compró varios terrenos en Mira, entre ellos la Fuencaliente, y los puso en cultivo entre varios colonos, fabricando varias casas para ser habitadas. En 1856 consta que la aldea ya tenía una ermita y en 1890 se convertía en la aldea más importante del término de Mira, con 530 habitantes.

Un hecho dramático se desarrollaría en los años 60 del siglo pasado, cuando la aldea fue expropiada por el estado para la construcción del embalse de Contreras. Esto llevaría a que cuarenta y siete familias fueran trasladadas y instaladas en varias viviendas situadas en el pueblo de Picassent. La construcción del pantano llevó varios años, y cuando se terminó en 1974, la aldea quedó totalmente sumergida bajo las aguas del río Cabriel.

En la actualidad, algunos antiguos habitantes de La Fuencaliente vuelven a las tierras de Mira el segundo domingo de mayo, para participar en la Romería a la Cueva Santa.


BIBLIOGRAFÍA:
- Historia Genealógica de la casa de Lara. Tomo III. Madrid. 1697, Pag. 378.
- Historia de Requena. Rafael Bernabeu.
- Las relaciones de Tomás López 1787.
- Las relaciones entre Mira y Requena en el s. XVI (Revista "Oleana: Cuadernos de Cultura Comarcal" nº 23) Autor: Ignacio Latorre Zacarés.
- Diccionario geográfico-estadístico-historico de España y sus posesiones de ultramar.

La fuga de los zapadores

Cuadro "La gesta de los zapadores" de Ferrer Dalmau.

Cronológicamente, el primer hecho de relevancia militar en la Guerra de la Independencia, fue el episodio conocido con el nombre de la Fuga de los Zapadores, acaecido entre el 24 de mayo y el 7 de junio de 1808, y donde parte de los sucesos transcurrieron por tierras conquenses.

Las noticias de los sucesos del 2 de mayo en Madrid llegaron pronto a Alcalá de Henares, donde tenían su guarnición la Academia de Ingenieros y el Regimiento Real de Zapadores Minadores. Los oficiales y la tropa sabían que los franceses habían reprimido la revuelta popular con extrema dureza y había dudas sobre la situación existente en el país. Por un lado, por patriotismo se sentían inclinados a levantarse contra los franceses, si bien parecía locura sublevarse contra sus numerosos efectivos con tan escasa guarnición. Por otra parte, la situación no era clara, la legalidad se había respetado y aquellos hombres estaban acostumbrados a respetar los actos del rey como actos soberanos y legítimos

La situación se agravó el día 23 de mayo. Por la tarde, a la hora del ejercicio, los oficiales notaron desasosiego entre la tropa, y supieron que se debía al que creían que les iban a dar el prest francés, lo que les tenía disgustados porque ellos no querían ser franceses. Intentaron tranquilizar a las tropas, que además temían que los franceses les obligasen a jurar el nuevo gobierno de Pepe Botella, dada la proximidad de Alcalá de Henares a Madrid.

Al día siguiente, 24 de mayo, el coronel Pueyo fue al cuartel y visitó separadamente a las dos compañías. Manifestó a la tropa que conocía sus temores y les ofreció marchar a quien lo quisiera a las distintas compañías del Regimiento destacadas en los trabajos de la Península en Badajoz, San Roque, Cádiz, etc. Su propuesta no fue aceptada por ningún soldado. Junto con sus oficiales, proclamaron "preferir morir de hambre a comer el rancho costeado por el dinero francés" y decidieron marcharse hacia Cuenca esa misma noche, teniendo al frente de la columna el comandante José Veguer. El coronel Pueyo no desaprobó su decisión e incluso la encontró justificada, pero decidió no acompañarles.

A las doce de la noche del día 24 de mayo, una columna de 600 o 700 hombres, se puso en marcha a tambor batiente en correcta formación con la bandera del 1er. batallón desplegada en dirección hacia Cuenca.

Al amanecer del 25 de mayo la columna llegó a Villalvilla, donde hicieron un alto para descansar. Tras el descanso prosiguieron hacia Yebra.

El día 26 de mayo pasaron el Tajo por la barca de Zorita, y marcharon hacia Almonacid, donde pasaron la noche..

El 29 de mayo llegaron a Valdecolmenas. El cura párroco les salió al encuentro, acompañado de un paisano que acababa de llegar de Cuenca. Les entregaron una copia de la proclama que había dado en Valencia el Conde de Cervellón el 23 de mayo llamando a las armas para combatir a los franceses. La noticia levantó el ánimo de los oficiales. El comandante Veguer ordenó la lectura a la tropa, que se mostró jubilosa y lanzó gritos de "¡Viva España!". El subteniente López fue enviado a Cuenca para contactar con las autoridades y enterarse de su actitud y la del pueblo. Por su parte, la columna prosiguió su marcha hasta Villar del Horno, donde pernoctaron.

El 30 de mayo los fugados celebraron la festividad del Santo Patrón San Fernando en Villar del Horno. Por la tarde llegó el subteniente López con noticias de la actitud dudosa de las autoridades de Cuenca, por lo que el comandante Veguer decidió dirigirse a Valencia.

Por la noche reanudaron la marcha y pasaron por Arcas y Carboneras, donde llegaron al amanecer el 31 de mayo.

El 1 de junio llegaron a Villora, donde supieron que el Reino de Aragón también se había levantado el 24 de mayo. Estando en Villora, los oficiales descubrieron cierta alteración en la tropa, motivada porque un paisano apodado el Mameluco, que acompañaba a las tropas desde su partida de Alcalá de Henares, pretendía inducir a algunos soldados a asesinar a los oficiales y robar la caja del Regimiento, debido al malestar producido porque algunos de los soldados aragoneses preferían que la columna marchase hacia Zaragoza. El comandante Veguer ordenó el arresto inmediato de el Mameluco y su custodia en un castillo cercano a Villora bajo una guardia de un sargento y ocho soldados. El arrestado fue conducido con esta guardia durante el resto del viaje hasta Valencia.

El 2 de junio continuaron la marcha y llegaron a Camporrobles (Aunque los documentos consultados no mencionan a Mira, es de suponer que pasaron por su termino.)

El 3 de junio, una vez rebasado Utiel se dirigieron hacia Requena, donde la columna de Ingenieros entró siendo recibida entre grandes aclamaciones de la población.

Cuatro días después, el 7 de junio los fugados hicieron su entrada triunfal en Valencia, con el Conde de Cervellón mandando la primera compañía de la columna, honor que obtuvo del comandante Verguer. Los Ingenieros recibieron las aclamaciones de los valencianos y fueron arengados por el Capitán General y por el Conde de Cervellón.

El dia 8 de juniola Junta Suprema del ejército de Valencia "dió la gracias a los heroicos zapadores minadores, un grado a los oficiales y un premio en metálico a la tropa".

Inmediatamente después de la llegada se formó el Regimiento de Zapadores Minadores de Valencia: un batallón con cuatro compañías, sobre la base de las dos compañías del 1er. Batallón del Regimiento Real, a cuyo frente se puso a Veguer, recién ascendido a coronel por la Junta Suprema de Valencia.


BIBLIOGRAFÍA

-  Gaceta de Valencia el 7 de junio de 1808.

-  Artículo publicado por Sebastian Ruiz Fernández en la página web Tarazona de la Mancha.

El castillo de Mira como garantía de boda



En mayo de 1475, Diego López Pacheco y Portocarrero, segundo marqués de Villena y señor por entonces de Mira, firmó unas capitulaciones con el mayordomo Andrés Cabrera y su esposa Beatriz de Bobadilla, para el casamiento de su hermana Leonor Pacheco con Pedro de Cabrera, hijo de los anteriores. En realidad, más que de unos capítulos matrimoniales propiamente dichos, lo que Villena pretendía era una verdadera confederación con Cabrera y su esposa a fin de atraerse a estos dos importantes personajes al bando de la Beltraneja y abandonar a sí, a los Reyes Católicos de los que hasta entonces habían sido firmes puntales. El matrimonio se realizaría cuando Pedro cumpliese catorce años y Leonor doce. Sería entonces cuando se celebraría el casamiento por presente, pública y solemnemente, tal como mandaba la santa madre iglesia. Así mismo como garantía de acuerdo, el  marqués de Villena pondría la fortaleza de Mira en poder de Juan de Oviedo para que la tuviese durante quince meses hasta que se celebrasen las bodas. Si Villena no llegaba a pagar la dote, esa fortaleza le sería entregada a Andrés de cabrera por Oviedo. La misma promesa de entrega de alguna de sus fortalezas a Oviedo, le harían Cabrera y su esposa. Al final las capitulaciones se deshicieron, pues se trataba de un acto prácticamente imposible, ya que ambos militaban en bandos opuestos y la guerra civil les convertiría en enemigos irreconciliables.


BIBLIOGRAFÍA:
- "Entre la Derrota y la Esperanza: Don Diego López Pacheco, Marqués de Villena" de Alfonso Franco Silva
- Fotografías extraídas de la serie de TVE "Isabel".

La estación de tren de Mira



La estación está situada a 6km al sur del núcleo urbano, en el punto kilométrico 235,99 de la línea ferroviaria que une Aranjuez con Valencia, entre las estaciones de Enguídanos (también abandonada) y de Camporrobles. El tramo es de vía única y está sin electrificar.

La infraestructura se enmarcó dentro de la línea Cuenca-Utiel que buscaba unir el trazado Madrid-Aranjuez-Cuenca con el Utiel-Valencia para crear lo que su época se conoció como el ferrocarril directo de Madrid a Valencia. Inicialmente adjudicada a la Constructora Bernal, las obras fueron finalmente iniciadas en 1926 por la empresa Cesaraugusta S.A. quien compró los derechos a la anterior. La Guerra Civil marcó la rescisión del contrato en 1936 y la apertura parcial de algunos tramos más con fines militares que civiles. Concluído el conflicto una nueva constructora llamada ABC remataría la obra incluyendo algunos viaductos especialmente complejos hasta la inauguración total por parte del General Franco en 1947.

Como todas las estaciones originales de este tramo de la línea, la estación de Mira fue diseñada por Secundino Zuazo, dando lugar a un edificio de dos plantas al que se anexa un torreón de una planta más. La base del torreón la forma una ventana mirador habitual en la arquitectura ferroviaria española. Los vanos alternan arcos adintelados con arcos de medio punto en una obra sin grandes alardes ornamentales que combina el ladrillo visto con la mampostería y la teja cerámica.

Además del edificio de viajeros, tenía instalados muelles de mercancías, pabellón de retretes y lampistería, los andenes y el pavimento. La estación tenía instalados seis cambios sencillos, dos placas y una báscula.

Debido a su localización distante del núcleo urbano y su mal acceso, a los pocos años de su inaguración cayó en desuso y fue abandonada en favor de la estación de tren de Camporrobles, situada a 10km de distancia y donde actualmente tienen parada los trenes de la línea 48 de los servicios de Media Distancia Renfe.


BIBLIOGRAFÍA

-    Federación Castellano Manchego de Amigos del Ferrocarril.
-    Gaceta de los caminos de hierro.  

La conquista del castillo de Mira


En 1219, el arzobispo de Toledo, Don Rodrigo Jiménez de Rada, predicó una gran cruzada. Consiguió juntar, según las crónicas, a más de 200.000 caballeros y peones, cifra que muchos ven extremadamente exagerada, siendo quizás más realista un ejército de 1000 a 5000 efectivos.

El ejército cruzado entró en tierra de moros desde Aragón, posiblemente desde Albarracín, e inició con éxito la conquista de los castillos de Sierra, Serrezuela y Mira el 21 de Septiembre de 1219, día de San Mateo el Evangelista. Ocho días después, el 29 de septiembre, día de San Miguel, se inició el asedio de la fortaleza de Requena con grandes máquinas de guerra, del tipo almajeneques, algarradas y libras. Se luchó con decisión y se derribaron varias torres y acitaras, sin embargo después de varios días de asedio y de sufrir un gran número de bajas, el cerco a Requena se abandonó el 11 de noviembre, día de San Martín.

Dos años después, en 1221, el mismo Arzobispo toledano hace entrega del castillo de Mira a su primo, el noble aragonés Gil Garcés de Azagra, convirtiéndose así en el primer señor de Mira tras la etapa musulmana.

Desde su conquista, el castillo de Mira quedaría situado en un peligroso territorio de frontera, donde las razzias serían frecuentes y la situación recomendaría reforzar su estructura y restaurar antiguas defensas en la zona, como el castillo de Aliaguilla. Las condiciones mejorarían en 1225, cuando Zayd Abu Zeit, el último walí almohade de Valencia, le reconoce vasallaje a Fernando III de Castilla, sin embargo la estabilidad plena de la zona no llegaría hasta 1238, cuando por fin se conquista la fortaleza de Requena.

Orígenes
La creación del castillo de Mira pudo darse con la descomposición del califato de Córdoba y el surgimiento de los reinos de Taifas, donde parte del territorio de la serranía baja conquense quedó enmarcado en una estratégica demarcación fronteriza, e hizo necesaria la edificación y la reconstrucción de un gran número de puntos defensivos. Teniendo en cuenta su ubicación y el registro de yacimientos prerromanos en la comarca, el castillo perfectamente pudo haberse construido sobre la base de una antigua fortificación ibérica o celtíbera.

¿Cómo debió ser el castillo de Mira?
No se tiene detalles del mismo, pero si tenemos en cuenta las características de otros castillos musulmanes de la península ibérica, el castillo debió ser sencillo, de forma cuadrada o adaptándose al terreno, con torres de planta rectangular y sin torre del homenaje. El solo hecho de su conquista nos confirmaría una cierta importancia, que quizás no sería tanto por el tamaño que pudiera tener, sino más bien por su valor estratégico para el control de las vías de acceso, en concreto el corredor bidireccional entre el altiplano de Utiel-Requena y la Serranía de Cuenca. Durante los siguientes dos siglos, aunque agregado a las Tierras de Requena, mantendría una relativa importancia, un hecho revelador es la mención de Mira en uno de los primeros mapas basados en la Geographica de Ptolomeo, con información del siglo XV.


Su decadencia
En 1537 Mira se segrega de Requena y varias edificaciones como el ayuntamiento y la iglesia de la Asunción se construyen en ese momento. Es de suponer que ante la gran demanda de material constructivo, se iniciase de manera determinante el desmantelamiento del castillo.

En 1801, el ilustrado José Andrés Cornide de Folgueira y Saavedra, visitó Mira y dejó por escrito la última referencia evidente de la existencia del castillo. En su crónica menciona que el pueblo de Mira está situado en la falda de un cerro y dominado por un antiguo castillo ya arruinado.

Vista aéria actual del cerro

Actualmente en el cerro donde estaba el castillo solamente queda la boca de lo que se sospecha podría ser un gran aljibe. Según una leyenda popular, desde él se iniciaba un túnel que bajaba por el interior de la montaña hasta el río Mira. Este pozo es conocido en el pueblo con el nombre de Pozo Mortero.

¿Dónde se ubican los otros dos castillos conquistados, Sierra y Serrezuela?


La identificación del castillo de Sierra con el castillo de Santa Cruz de Moya prácticamente nunca se ha dudado, sin embargo la ubicación del castillo de Serrazuela, también conocido como Serreilla, siempre ha generado numerosos debates. Niceto Hinarejos Ruiz, natural de Alcalá de la Vega y gran conocedor de la historia de la serranía baja conquense, siempre ha defendido por situar el castillo de Serrezuela/Serreilla en Alcalá de la Vega. Sin embargo el estudioso Guillermo de León, lo localiza en un cerro próximo al Molino de Orchova, al este del municipio de Santa Cruz de Moya.


BIBLIOGRAFÍA
-    Anales Toledanos.
-    Buscando el Castillo de Serreilla. Niceto Hinarejos Ruiz.
-    Itinerario de Jaime II de Aragón (1291-1327).
-    Los viajes de José Cornide por España y Portugal de 1754 a 1801.
-    Una cruzada, un noble y un castillo en la frontera de Moya. Guillermo de León y Luís Mombiedro.

El sello concegil de Mira del siglo XIII

Sello concejil de 1252
 
El escudo actual, elaborado en el año de 1996, está basado en un antiguo sello concejil de Mira del año 1252. Este sello constituye desde luego un inestimable testimonio a la hora de crear el escudo de armas. Pero mayor interés estiba en que marca el límite meridional de la difusión de un tipo de sello concejil arraigado en Aragón a principios de XIII, bien diferenciado del que por entonces era común en los concejos castellano-leoneses. Son sellos de una sola cara y de módulo mediano, semejante a los que vemos en países ultrapirináicos. En Castilla y león eran habituales los bifaces de mayor módulo. El origen aragonés queda confirmado en el caso del sello de Mira, pues el documento donde se utiliza el sello es un convenio con el concejo de Teruel, que por cierto poseía en 1217 un sello análogo.


 BIBLIOGRAFÍA:

- Boletin de la Real Academia de la Historia. TOMO CXCIV. NUMERO II. AÑO 1997

La visita del rey Jaime II de Aragón


En 22 de enero de 1293, se celebró en Guadalajara una cumbre de estado entre los reyes Sancho IV de Castilla y Jaime II de Aragón. El propósito de esta reunión era tratar las diferencias del rey de la Corona de Aragón con la Santa Sede y Francia, a causa de la cuestión del Reino de Sicilia. Sancho IV actuaba de mediador.

El 13 de enero el rey Jaime II sale de Valencia, pasa por Requena y los días 14, 15, 16 y 17 se establece en Mira, donde firma varios documentos. El día 18 parte hacia Cuenca para volver a Mira el 20. Posteriormente iniciaría el camino hacia Guadalajara pasando antes por Alpuente y Albalate de Zorita.


BIBLIOGRAFÍA:

- Itinerario de Jaime II de Aragón (1291-1327)
- Archivo de la Corona de Aragón.
- Agradecer la ayuda del Sr. Niceto Hinarejos Ruiz en la transcripción de los manuscritos.

El molino del Sargal


Ruinas del molino en 1976 (Fotografía de Manolo Ambou Terrádez)
 
A principios del siglo XIX, el molino de la Piedad era el único molino harinero de la villa, su propietario era el concejo del pueblo y daba servicio tanto a los vecinos de Mira como también a los de Camporrobles y Narboneta, funcionando solamente desde principios de año hasta el mes de agosto.

En 1817, Juan Claramunt, vecino de Mira, pide licencia para construir un molino harinero de dos piedras a 800 pasos de la población, en un lugar de su propiedad conocido como las eras del pontón.

En la parte final de la primera guerra carlista se llevó a cabo en Mira un ataque de las tropas liberales sobre los tradicionalistas. Sobre este hecho, el coronel Pedro Ortiz de Pinedo dibujó un croquis donde se ven los dos molinos que habían en el pueblo: el molino de la Piedad y el molino del Sargal.

Croquis de Pedro Ortiz de Pinedo, 1840 

Durante la desamortización de Madoz en el siglo XIX, está documentado la compra del Utielano, Pedro José Pardo, de los dos molinos harineros en propiedad del concejo por 124.960 reales de vellón. Uno era el antiguo molino de la Piedad y el otro el de Juan Claramunt, que pasó en algún momento entre 1817 y 1855 a manos del concejo del pueblo.

En 1876, consta domiciliado en el lugar que ya por entonces se le conocía como el molino de las Sargas, al molinero Ángel Terrádez López, natural de Villalpardo.

Según la contribución industrial del 1893, el molino tenía 2 piedras y su propietario era Cosme Valero Terrádez, con una cuota de 39 pesetas. Posteriormente se conocería como dueña a la tía Vicenta Valero, posiblemente hija de Cosme.


Croquis realizado por Manolo Ambou Terrádez

El año 1937 entró de molinero Hortensio, natural de Talayuelas. y varios años después, en 1953, se haría cargo del molino José Terrádez Palomares "Pepe el molinero" con su mujer Perseveranda Terradez (Perse).

José Terrádez Palomares 60 años 1954

En 1957, la familia Valero vuelve hacerse cargo del molino, explotándolo hasta 1962, año que lo vendió a Vicente Bosque, natural de Camporrobles.


Exterior del molino

Interior del molino

Poco tiempo después se desmontaría la maquinaría y se hundiría el molino, poniendo fin a más de un siglo de vida.


BIBLIOGRAFÍA:
- Boletín Oficial de la provincia de Cuenca.
- Archivo Histórico Nacional.
- Fotografía, ilustraciones y croquis realizados por Manolo Ambou Terrádez.