El poder local de la Inquisición


En la estructura de la Inquisición española existían en cada población de cierta importancia una serie de individuos de rango inferior que la representaban a nivel local. Estos surgieron fruto o consecuencia del afán de controlar la mayor parte del territorio posible con el fin de detectar cualquier caso de falsos conversos. Los inquisidores inicialmente durante sus viajes o visitas fueron dejando pequeñas representaciones del tribunal que serían la base para el establecimiento de una red fija y nominal de funcionarios por todo el territorio nacional. Ellos no solamente ostentaban la delegación del Santo Oficio sino que representaban su brazo ejecutor. Esta presencia inquisitorial local estaba representada principalmente por cuatro tipos de funcionarios: comisarios, notarios, alguaciles y familiares. Cargos que no eran remunerados pero que otorgaban a quienes los ostentaban un prestigio e indiscutible categoría social a nivel local, amén de una serie de privilegios  económicos, sociales y jurisdiccionales que los hacían muy apetecidos y por ello eran casi exclusivos de las clases acomodadas de cada población.

Comisarios
Los comisarios fueron creados hacia 1530 como consecuencia de la progresiva sedentarización de los tribunales con la intención de servir de cobertura de apoyo en los distritos ante la imposibilidad de los inquisidores de realizar las visitas a larga distancia con la frecuencia debida. Fueron nombrados en las poblaciones más importantes del distrito. Sus funciones y modo de actuar, como la del resto de funcionarios de la Inquisición, estaban perfectamente establecidas a través de los libros de "Instrucciones" redactados por los inquisidores generales. En ellas se pormenorizaban los detalles de actuación que debían seguir en cuanto a la correspondencia del tribunal, forma de interrogar a los testigos, de formarlos expedientes con las declaraciones y diligencias, y de nombrar ayudantes. La labor de los comisarios consistía en informar al tribunal sobre la vida y costumbres de quienes residían dentro del ámbito de su territorio jurisdiccional, recibían las denuncias o delaciones de los vecinos a quienes tomaban las declaraciones que estimaban oportunas así como de los testigos, y remitían toda esta documentación a los inquisidores para que éstos juzgaran si había sospecha fundada de herejía o delito contra el Santo Oficio. También recogían las pruebas e investigaban sobre la "limpieza desangre" de aquéllos que aspiraban a obtener algún cargo dentro del organigrama inquisitorial, distribuían las órdenes y publicaban los edictos procedentes del tribunal por su territorio. Estaban autorizados a nombrar un notario y un alguacil para su servicio.

En 1674 encontramos un comisario en Mira. Se trata de D. Salvador Martínez García que tres años más tarde, en el expediente de limpieza del requenense Fr. Andrés García Moreno para Calificador, aparece como Comisario del Santo Oficio en Camporrobles.

Familiares
En cuanto a los familiares fue éste sin duda uno de los cargos más numerosos, controvertidos y polémicos de la amplia nómina de la Inquisición. Ellos eran los representantes laicos del tribunal. Constituían la personalización del Santo Oficio al nivel más llano: la cara de la represión entre los propios vecinos. Eran  quienes podían controlar diariamente sus movimientos, sus palabras y sus actos cotidianos. Los confidentes de comisarios e inquisidores. Su misión consistía en estar prestos en todo momento a cumplir con sus obligaciones al servicio del tribunal, y éstas pasaban por desarrollar funciones tan diversas como proteger y acompañar a los inquisidores o a sus oficiales en sus visitas a los distritos; asistir a los Autos de Fe (en aquellas ciudades donde tenían lugar); perseguir y apresar a los acusados cuando se les ordenaba así como custodiar a los detenidos en los traslados entre poblaciones; proceder a las confiscaciones de bienes y actuar en las almonedas de los mismos; intervenir los libros y escritos declarados prohibidos por el tribunal y disponer su quema pública; delatar o provocar la delación y sobre todo ejercer un control efectivo sobre la población.

Para ser familiar en Castilla se exigía (desde 1627) ser varón, casado (aunque a veces cabía dispensa de soltería) o viudo (si reunía las demás condiciones del casado), seglar, tener veinticinco años cumplidos (aunque también hubo dispensas en la edad), y se insistía en que los aspirantes debían ser virtuosos, pacíficos y con condiciones para el cargo. Al igual que los comísanos los Familiares no cobraban tampoco por su trabajo pero a cambio gozaban de un gran poder social que quedaba de manifiesto en la gran cantidad de privilegios de que gozaban, tanto económicos (exención de cargas fiscales, contribuciones, repartimientos, etc.) como militares (relacionados con la prestación de servicios y de guerra), eclesiásticos (por concesiones pontificias) o  jurisdiccionales (derecho a portar armas, cuando la mayoría de la población lo tenía prohibido).

Según un documento de 1646 encontramos tres familiares del santo oficio en Mira. Se tratan de Juan de la Carcel Yrançu, Miguel García y Juan Támez.


BIBLIOGRAFÍA:

- Apuntes sobre la inquisición en las tierras de Requena y Utiel. (Revista "Oleana: Cuadernos de Cultura Comarcal" nº 22) Autor: José Alabau Montoya.
- Vecindario de las ciudades, villas y lugares de la corona de Castilla de 1646.

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