El Crimen de Cuenca consistió en una serie de errores judiciales y policiales con tortura y penas de prisión para los acusados. Ocurrió entre las localidades de Tresjuncos y Osa de la Vega, en la provincia de Cuenca, España, en el año 1910. El municipio de Mira, como veremos más adelante, también se vería involucrado en este asunto.
José María Grimaldos López, un joven pastor de 28 años apodado El Cepa, (al parecer por su baja estatura y pobre entendimiento) que trabajaba en la finca de Francisco Antonio Ruiz, era objeto de continuas burlas por parte de León Sanchez, mayoral de la finca y también por el guarda Gregorio Valero. El 20 de agosto de 1910, José María vendió unas ovejas de su propiedad y desapareció. Posteriormente se averiguó que fue a tomar unos baños a La Celadilla, laguna en cuyas aguas y barros, con los que se embadurnan los bañistas, se cree que poseen propiedades curativas ("Baños medicinales La Celadilla"), y que se encuentra situada en el término municipal de El Pedernoso a unos 4 km de la población.
Después de varias semanas desde su desaparición, comenzaron a correr rumores por los alrededores del pueblo de Tresjuncos sobre el posible asesinato de José para robarle el dinero que había obtenido por la venta de las ovejas. Al tener conocimiento los familiares de las burlas que José María recibía, puesto que él mismo las comentaba continuamente cuando estaba en casa, decidieron presentar denuncia de la desaparición en el juzgado de Belmonte, acusando a León y a Gregorio de ser los presuntos asesinos del supuesto crimen, por lo que fueron apresados para ser presentados a juicio. En el mes de septiembre de 1911 la causa fue sobreseida, luego de interrogar a los detenidos, se instruyó el sumario y por falta de pruebas el juez puso a los acusados en libertad.
La policía comenzó a torturar y maltratar a los detenidos a fin de conseguir las confesiones de los inculpados de la muerte de José María como responsables del crimen y conseguir también averiguar qué habían hecho con el cadáver del desaparecido. Así transcurre hasta que el 11 de noviembre de 1913 y por orden del juez de Belmonte, el juez de Osa de la Vega levanta acta de defunción haciendo constar que, José María Grimaldos López, natural de Tresjuncos, falleció el 21 de agosto de 1910 a las 8.30 o las 9.00 de la noche a consecuencia de haber sido asesinado por Gregorio Valero y León Sánchez. El acta recoge la anotación marginal: No ha podido ser identificado el cadáver por no haber sido hallado.
En 1918 después de llevar 4 años y medio encarcelados, comienza el juicio contra los inculpados con un sumario plagado de contradicciones y diligencias sin esclarecer, el juicio termina condenando a los acusados a 18 años de cárcel por sentencia de la Audiencia Provincial.
El tribunal que condenó a los acusados apenas deliberó durante treinta minutos, y los doce miembros que componían el jurado los consideró culpables de la muerte de José María. La labor de la defensa consistió en limitarse a evitar la pena capital, el garrote vil aún vigente en esos días. Gregorio cumplió condena en el penal de San Miguel de los Reyes en Valencia, mientras que León la cumplió en la prisión de Cartagena.
El 4 de julio de 1925 y como consecuencia de dos decretos de indulto, salen de la cárcel recuperando la libertad tras haber cumplido 12 años y dos meses de condena.
El 8 de febrero de 1926 el cura de Tresjuncos recibe correo del cura del municipio de Mira que le envía una carta en la que solicita la partida de bautismo de José María Grimaldos a fin de celebrar el matrimonio de éste con la mireña Cristina Ferrer. El cura de Tresjuncos, sin salir de su estupor ante semejante noticia, decide no responder al párroco de Mira. Mientras tanto pasa el tiempo y José María Grimaldos impaciente por que su partida de nacimiento no llega, decide partir hacia Tresjuncos y se presenta sin más en el pueblo. La gente del pueblo al ver a José María no dan crédito y todo el pueblo y sus alrededores se conmueve ante la noticia, entonces, el juez de Belmonte interviene y ordena detener al llamado José María Grimaldos. En las siguientes horas, la noticia llega a la prensa y a la opinión pública y alcanza enorme trascendencia.
La carta del cura párroco de Mira, Don Feliciano Montero, decía así, "Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, Mira, Cuenca 08-02-1926. Señor Don Pedro Rufo Martínez Enciso. Mi estimado compañero, te ruego me envíes la partida de José María Grimaldos López, nacido en esa parroquia del 1882 al 1883, el 02 de Febrero, hijo de Anselmo Grimaldos Delgado y Juana López Gómez, como así mismo la partida de defunción de esta última, su madre, fallecida, después que su marido, hace unos doce años, según manifestación del interesado. Si no hubiese exactitud en estas indicaciones, tiene ahí una hermana, Maria Santos, que podría confirmar si fuera necesario, con más precisión. Puedes consignar derechos que haré porque sean efectivas, aunque para esta parroquia en el expediente que se tramita de matrimonio no los haya. Tiene mucho gusto en saludarte, y esperando le mandes, se ofrece tuyo afectísimo en cristo Jesús. Feliciano Montero".
Tras la indiscutible identificación de Grimaldos, el Ministro de Gracia y Justicia ordena la revisión de la causa y manda al fiscal del Tribunal Supremo interponer recurso de revisión contra la sentencia de la audiencia de Cuenca. En dicha orden se anota que, "hay fundamentos suficientes para estimar que la confesión de los reos Valero y Sánchez, base esencial de sus condenas, fue arrancada mediante violencia continua inusitada". La sentencia publicada por el Tribunal Supremo, declara nula la resolución dictada en Cuenca en 1918 estableciendo así la inocencia de Sánchez y Valero, al mismo tiempo, establece la nulidad en el acta de defunción de José María Grimaldos, y determina, las indemnizaciones correspondientes que el Estado debe abonar a los presos en estos casos. Sánchez y Valero acabaron sus días en Madrid, lejos de su pueblo y de las gentes que los habían condenado, ahí se les ofreció un trabajo de guarda jurado al servicio del Ayuntamiento.
Sobre estos hechos auténticos, el escritor Ramón J. Sender, escribe la novela El lugar de un hombre (1939) y la realizadora Pilar Miró realiza una película en 1979 titulada El crimen de Cuenca con guión de Salvador Maldonado quien también narra los hechos en un libro publicado con el mismo título por la editorial Argos Vergara. La película es un fuerte alegato contra la tortura y se sobreentiende que el crimen al que se refiere el título, es el cometido por la Guardia Civil al torturar a los sospechosos.
BIBLIOGRAFÍA:
- Wikipedia - El Crimen de Cuenca
quien condena a quien esparce los rumores si ningun fundamento??
ResponderEliminarVERGONZOSO Y ESCALOFRIANTE.
EliminarLo triste del caso es que hoy día aún existen errores judiciales, torturas y personas condenadas a muerte que después se vió que eran inocentes....HOY DIA ESCALOFRANTE.
ResponderEliminarDudo que sean errores judiciales. Yo estoy condenado por un delito económico que no existió y mi peregrinaje por seis años por los diferentes recursos administrativos y judiciales solo me ha servido para constatar que nuestra justicia está al nivel de una república bananera, donde la verdad o la justicia no tienen la más mínima importancia.
EliminarY aún podemos dar gracias de que en España no tenemsos la pena de muerte....porque en EE UU, por ejemplo se ha exonerado a presos que estaban en el corredor de la muerte y se ha ejecutado a presos que después se ha visto que eran inocentes....
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ResponderEliminarJusticia en España NUNCA
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