Mira al Cielo


Desde la Sierra de Mira no solo podemos ver la población de Mira, sino también a una curiosa estrella con el mismo nombre. Mira es una estrella variable de la constelación de Cetus, «la ballena». Una de las estrellas más notables del cielo nocturno, su magnitud aparente varía entre +2,0 —siendo en ese momento la estrella más brillante de la constelación y visible a simple vista— y +10,1 —visible sólo con telescopios— con un período de 332 días. Ello ha dado origen a su nombre, Mira, procedente del latín mira, «maravillosa, asombrosa».

Historia de su observación
Puede ser que la variabilidad de Mira fuera ya conocida en la antigua China, Babilonia y Grecia. Lo que es seguro es que la variabilidad de Mira fue registrada por el astrónomo David Fabricius desde el 3 de agosto de 1596. Al observar el planeta Mercurio, Fabricius necesitaba una estrella de referencia para comparar posiciones, escogiendo una estrella de tercera magnitud cercana antes inadvertida —Mira—. Sin embargo, hacia el 21 de agosto el brillo de la estrella había aumentado una magnitud, mientras que para octubre de ese mismo año no era ya visible. Fabricius supuso que era una nova, hasta que la vio de nuevo el 16 de febrero de 1609.

En 1638, Johann Holwarda determinó el período de las reapariciones de la estrella en once meses; a menudo se atribuye a este astrónomo frisio el descubrimiento de la variabilidad de Mira. En la misma época, Johannes Hevelius observó la peculiar estrella, denominándola «Mira» —en el sentido de «maravillosa» o «asombrosa»— en la Historiola Mirae Stellae de 1662, pues su comportamiento se apartaba del de cualquier otra estrella conocida. Ismail Bouillaud estimó su período en 333 días, lo que supone menos de un día de diferencia respecto al período actualmente aceptado de 332 días.

Animación realizada por la Nasa de la estrella Mira

Hay una considerable especulación sobre si Mira había sido ya observada antes de Fabricius. La historia de Algol (β Persei) —con seguridad conocida como variable en 1667, aunque distintas leyendas muestran que había sido observada desde milenios con recelo— sugiere que Mira pudiera haber sido conocida en la antigüedad. Karl Manitius, traductor del Comentario en Aratus de Hiparco de Nicea, sugiere que ciertas líneas de aquel texto del siglo II a. C. pueden versar sobre Mira. Otros catálogos, como los de Ptolemeo, Al-Sufi, Ulugh Beg y Tycho Brahe no la mencionan, ni siquiera como estrella «normal». Existen tres observaciones de archivos chinos y coreanos, de 1596, 1070 y 134 a. C. —el mismo año que Hiparco de Nicea habría hecho sus observaciones— que sugieren que la estrella podría ser ya conocida en aquellas épocas.

Actualmente, Mira es el prototipo de una clase de variables que llevan su nombre, las variables Mira.


BIBLIOGRAFÍA:

- Wikipedia, 
artículo sobre la Estrella Mira.

La visita de un insigne botánico alemán


Heinrich Moritz Willkomm fue un insigne botánico y geógrafo alemán, sobre todo conocido por ser el autor junto al botánico danés John Lange del “Prodromus Florae Hispanicae...”, que vio la luz entre los años 1861 y 1880 y que aún hoy es considerada la mejor contribución de su género para la Península Ibérica.

Tras doctorarse en Filosofía por la Universidad de Leipzig en 1850, viaja por segunda vez a la Península Ibérica donde durante 9 meses recorre el centro y el norte del país. Durante un viaje desde Valencia a Madrid, pasando por Cuenca, tiene la oportunidad de pasar por la población de Mira, dejando por escrito los siguientes comentarios:

"Ya las primeras crestas de la Serranía, que se elevan cerca de los Corrales, están cubiertas de pinos; pero aquí los bosques aún son muy raros y las grandes superficies sin ningún pino. Después de subir y cruzar varias hileras de colinas llegamos a una meseta cubierta de trigales y rodeada de elevaciones cubiertas de bosques, donde está situado aislado y desierto el pueblo de Camporrobres al pie de una colina árida, desnuda y coronada de ruinas de un castillo moro.


Después de tomar una comida simple y poco apetitosa en la única y malísima posada seguimos nuestro camino; nuestra ruta nos llevaba otra vez por una meseta accidentada cubierta de sotos de pinos y matorrales bajos, que estaba limitada hacia el oeste por una cadena de colinas con cumbres escarpadas. Después de un paseo a caballo de cuatro horas llegamos hacia las seis al hondo valle del río Moya, un claro río de la Serranía y desemboca en el Cabriel. Una visita extraordinariamente hermosa me sorprendió agradablemente. Las abruptas vertientes, con puntas grotescas del muy ameno y retorcido valle, están cubiertas pintorescamente con matorrales y árboles frondosos, las faldas interiores con terrazas, al igual que la parte valenciana, la vaguada cultivada y cuidada.


Por todas partes lucían campos de cáñamo de un verde oscuro y de un verde claro, brillantes campos de maíz, rodeados de nogales y morales (moreras). Enfrente de nosotros se elevaban las casas en forma de terrazas en un tramo muy grande por la vertiente abrupta del pueblo de Mira, dominado por enormes peñascos de asperón. Hacia arriba pronto se estrechaba el valle en una garganta oscura y boscosa, que finalmente parecía cerrada por montañas más altas cubiertas con bosques de tupidas coníferas. El camino bajaba rápidamente en zig-zag desde la abrupta vertiente hacia la orilla del río, salvajemente espumante, que acciona varios molinos. Uno piensa aquí encontrarse en medio de una sierra muy importante, pues las paredes del valle parecen inmensas cumbres montañosas.


Ya que la posada de Mira no ofrecía un aspecto apetitoso y nos habían dicho que el siguiente pueblo, Villora, distaba sólo dos leguas, sin perder el camino, me decidí llegar hasta allí."


BIBLIOGRAFÍA:

- Wikipedia, artículo de Heinrich Moritz Willkomm
- Wanderungen durch die nordöstlichen und centralen Provinzen Spaniens ... aus dem Jahre 1850. Heinrich Moritz Willkomm.
- "Viajeros por la Historia. Extranjeros en Castilla-La Mancha. Cuenca" de Ángel Villar Garrido.