El caso de adulterio y derecho de asilo de 1627


El adulterio se define como la relación carnal entre una persona casada y otra no casada o entre dos casados en distintos matrimonios no disueltos. Durante muchos siglos estuvo considerado como un delito grave y como tal fue castigado con las más severas penas, cuya gravedad varió en función de la época y de los territorios contemplados.

Gracias a los documentos guardados en el archivo diocesano de Cuenca, conocemos los detalles de un caso singular ocurrido en Mira. Esta historia se inicia en el verano de 1627, cuando el molinero del pueblo, Martín Sanz, acusa a su mujer Ana de Ruescas y a Juan García Lázaro de adulterio. Días después, el viernes 30 de julio de aquel año, se llevó a cabo el juicio, y los alcaldes ordinarios Diego Ruiz Jubera y Vicente García, hallaron culpables a los acusados del delito de adulterio y dictaron sentencia ordenando que se construyera un cadalso en la plaza pública de la población (posiblemente en la actual plaza del ayuntamiento) y allí fuesen entregados ambos públicamente al marido de Ana para que éste hiciere lo que quisiere de ellos.

A la espera del castigo, Ana de Ruescas fue puesta en prisión en casa de Mateo Sánchez Domínguez «con prisiones a los pies, cadena y grillos» y a Juan García, su amante, lo pusieron preso en casa de Miguel Sánchez.

Según el testimonio de Cecilia Sánchez, mujer de Mateo Sánchez Domínguez, una mañana, mientras su marido había salido temprano para trabajar en el campo, oyó a Ana que la llamaba y cuando acudió le dijo que quería confesar. Cecilia le contestó que no podía ser si no lo autorizaba la justicia. Al día siguiente, mientras Cecilia estaba amasando pan, se presentó en dicha casa el vicario don Pedro Ferrer, en compañía del sacristán Juan Ferrer, diciendo que venía a confesarla. Cecilia le dijo que no podía pero Pedro la llamó y Ana «bajó» (por lo visto estaba recluida en algún piso superior de la casa y a pesar de las cadenas podía moverse con cierta facilidad) y comenzaron a hablar. Ana le recriminó su tardanza a lo que el vicario argumentó que no había ido antes «por ser el caso que era». Cecilia comprendió que debía acceder a que don Pedro la confesase y lo consintió pero apremiándoles con la excusa de que «la masa ya está en el horno» y se quería ir. Creyendo que Ana se quedaba confesando se retiró de la estancia a sus quehaceres para dejarlos a solas en confesión. Al poco rato le pareció ver una sombra que cruzaba por la casa y salió para ver qué ocurría. Sorprendida y asustada pudo comprobar que no estaban ni Ana ni el vicario. Entonces empezó angustiada a llamarla a voces por la calle pero nadie le respondió. Una pequeña niña le dijo que Ana había ido a la iglesia. Cecilia se fue inmediatamente a casa del teniente de alcalde Juan de Barea para informarle de lo ocurrido.

Según las declaraciones del vicario, este se encontró a Ana de Ruescas dentro de la iglesia pidiendo protección. El vicario la metió en la sacristía vieja de dicha parroquia («que está debajo del altar mayor») con la ayuda de Juan Ferrer, el sacris­tán. Allí ella le manifestó que estaba presa por adúltera y que la habían condenado a muerte. Al poco rato irrumpió en la iglesia «con mucha cólera y enojo» el teniente de alcalde Juan de Barea, el cual tomó a Ana y la sacó por la fuerza,  quebrantando así el derecho de asilo de un edificio religioso, por el cual se ofrecía protección segura a determinados delincuentes, criminales y deudores, ya fuera frente a la venganza de sus víctimas o de la ley.

El día 5 de agosto (tan solo cuatro días más tarde de los luctuosos hechos de la iglesia) los alcaldes ordenaron que se llevara a cabo la sentencia en el cadalso dispuesto en la plaza, prohibiendo que ningún seglar fuese osado de subir a él bajo pena de doscientos azotes. Fueron testigos: Martín Ruiz, alguacil; Bartolomé Conde, Francisco de Fez y Sixto Martínez viejo, todos ellos vecinos de Mira. Se hizo pregón público y Ana de Ruescas fue sacada del lugar donde se encontraba presa con sus «prisiones y cadenas» y entre la expectación y la murmuración del pueblo allí congregado fue atada de pies y manos y entregada a su marido Martín Sanz, quien le tapó los ojos y la degolló «por la garganta». El cuerpo desangrado quedó allí expuesto «un rato» sobre el cadalso en medio de la multitud hasta que la justicia se lo llevó.

Lugar donde posiblemente se llevó acabo el castigo

Varios días después, un juez provisor episcopal mandó encerrar al teniente alcalde Juan de Barea y a los alcaldes ordinarios Diego Ruiz y Vicente García, acusados de haber violado el derecho de asilo de un lugar sagrado. Por su parte el vicario Pedro Ferrer, fue acusado por el santo oficio de haber sacado a una mujer de la cárcel para llevarla a la iglesia, y aunque en un principio fue encerrado en la cárcel de familiares de Cuenca, al final todo quedó en una simple amonestación.

Durante el siglo XVIII las diversas bulas pontificias, los breves y los concor­datos emanados de la Iglesia Católica acabaron por anular de hecho el Derecho de Asilo tal y como fue conocido y aplicado hasta entonces.


BIBLIOGRAFÍA:

Adulterio y derecho de asilo en castilla. El suceso de Mira. José Alabau Montoya.

Los Castellares


Los Castellares es un yacimiento prerromano situado en un cerro superior, muy próximo a las Hoces del río Mira y a la Hoya Hermoso. Su utilización pudo ser durante el periodo del ibérico pleno, es decir, entre el siglo IV hasta el II-I A.D.C

Los factores que condicionan la función y el establecimiento de un asentamiento ibérico son diversos: posibles vías de comunicación, la topología, la visibilidad, la proximidad a los cursos de agua, los recursos del suelo etc. En el caso de los Castellares todo parece indicar que tendría una función tanto de explotación del medio, como también de carácter estratégico. Su economía pudo basarse en la combinación de la explotación agrícola y pastoreo, u otras actividades como la minería o la recogida de madera. Su carácter estratégico le vendría por estar situado en un punto de amplio control visual y de posibles vías de comunicación naturales.

En la actualidad los restos constructivos son muy escasos, el elemento más destacado es la utilización de una gran roca del lugar como elemento de construcción.

Desde lo alto de Los Castellares las vistas panorámicas son de una inmensidad espectacular: Hoces del río Mira, Hoya Hermoso, montes y pinos, el infinito, el sosiego, la paz.

BIBLIOGRAFÍA:

- Una hipótesis sobre la organización del territorio en época ibérica en la cuenca del río Algarra. Esther Marín Rubio.

Mira al Cielo


Desde la Sierra de Mira no solo podemos ver la población de Mira, sino también a una curiosa estrella con el mismo nombre. Mira es una estrella variable de la constelación de Cetus, «la ballena». Una de las estrellas más notables del cielo nocturno, su magnitud aparente varía entre +2,0 —siendo en ese momento la estrella más brillante de la constelación y visible a simple vista— y +10,1 —visible sólo con telescopios— con un período de 332 días. Ello ha dado origen a su nombre, Mira, procedente del latín mira, «maravillosa, asombrosa».

Historia de su observación
Puede ser que la variabilidad de Mira fuera ya conocida en la antigua China, Babilonia y Grecia. Lo que es seguro es que la variabilidad de Mira fue registrada por el astrónomo David Fabricius desde el 3 de agosto de 1596. Al observar el planeta Mercurio, Fabricius necesitaba una estrella de referencia para comparar posiciones, escogiendo una estrella de tercera magnitud cercana antes inadvertida —Mira—. Sin embargo, hacia el 21 de agosto el brillo de la estrella había aumentado una magnitud, mientras que para octubre de ese mismo año no era ya visible. Fabricius supuso que era una nova, hasta que la vio de nuevo el 16 de febrero de 1609.

En 1638, Johann Holwarda determinó el período de las reapariciones de la estrella en once meses; a menudo se atribuye a este astrónomo frisio el descubrimiento de la variabilidad de Mira. En la misma época, Johannes Hevelius observó la peculiar estrella, denominándola «Mira» —en el sentido de «maravillosa» o «asombrosa»— en la Historiola Mirae Stellae de 1662, pues su comportamiento se apartaba del de cualquier otra estrella conocida. Ismail Bouillaud estimó su período en 333 días, lo que supone menos de un día de diferencia respecto al período actualmente aceptado de 332 días.

Animación realizada por la Nasa de la estrella Mira

Hay una considerable especulación sobre si Mira había sido ya observada antes de Fabricius. La historia de Algol (β Persei) —con seguridad conocida como variable en 1667, aunque distintas leyendas muestran que había sido observada desde milenios con recelo— sugiere que Mira pudiera haber sido conocida en la antigüedad. Karl Manitius, traductor del Comentario en Aratus de Hiparco de Nicea, sugiere que ciertas líneas de aquel texto del siglo II a. C. pueden versar sobre Mira. Otros catálogos, como los de Ptolemeo, Al-Sufi, Ulugh Beg y Tycho Brahe no la mencionan, ni siquiera como estrella «normal». Existen tres observaciones de archivos chinos y coreanos, de 1596, 1070 y 134 a. C. —el mismo año que Hiparco de Nicea habría hecho sus observaciones— que sugieren que la estrella podría ser ya conocida en aquellas épocas.

Actualmente, Mira es el prototipo de una clase de variables que llevan su nombre, las variables Mira.


BIBLIOGRAFÍA:

- Wikipedia, 
artículo sobre la Estrella Mira.

La visita de un insigne botánico alemán


Heinrich Moritz Willkomm fue un insigne botánico y geógrafo alemán, sobre todo conocido por ser el autor junto al botánico danés John Lange del “Prodromus Florae Hispanicae...”, que vio la luz entre los años 1861 y 1880 y que aún hoy es considerada la mejor contribución de su género para la Península Ibérica.

Tras doctorarse en Filosofía por la Universidad de Leipzig en 1850, viaja por segunda vez a la Península Ibérica donde durante 9 meses recorre el centro y el norte del país. Durante un viaje desde Valencia a Madrid, pasando por Cuenca, tiene la oportunidad de pasar por la población de Mira, dejando por escrito los siguientes comentarios:

"Ya las primeras crestas de la Serranía, que se elevan cerca de los Corrales, están cubiertas de pinos; pero aquí los bosques aún son muy raros y las grandes superficies sin ningún pino. Después de subir y cruzar varias hileras de colinas llegamos a una meseta cubierta de trigales y rodeada de elevaciones cubiertas de bosques, donde está situado aislado y desierto el pueblo de Camporrobres al pie de una colina árida, desnuda y coronada de ruinas de un castillo moro.


Después de tomar una comida simple y poco apetitosa en la única y malísima posada seguimos nuestro camino; nuestra ruta nos llevaba otra vez por una meseta accidentada cubierta de sotos de pinos y matorrales bajos, que estaba limitada hacia el oeste por una cadena de colinas con cumbres escarpadas. Después de un paseo a caballo de cuatro horas llegamos hacia las seis al hondo valle del río Moya, un claro río de la Serranía y desemboca en el Cabriel. Una visita extraordinariamente hermosa me sorprendió agradablemente. Las abruptas vertientes, con puntas grotescas del muy ameno y retorcido valle, están cubiertas pintorescamente con matorrales y árboles frondosos, las faldas interiores con terrazas, al igual que la parte valenciana, la vaguada cultivada y cuidada.


Por todas partes lucían campos de cáñamo de un verde oscuro y de un verde claro, brillantes campos de maíz, rodeados de nogales y morales (moreras). Enfrente de nosotros se elevaban las casas en forma de terrazas en un tramo muy grande por la vertiente abrupta del pueblo de Mira, dominado por enormes peñascos de asperón. Hacia arriba pronto se estrechaba el valle en una garganta oscura y boscosa, que finalmente parecía cerrada por montañas más altas cubiertas con bosques de tupidas coníferas. El camino bajaba rápidamente en zig-zag desde la abrupta vertiente hacia la orilla del río, salvajemente espumante, que acciona varios molinos. Uno piensa aquí encontrarse en medio de una sierra muy importante, pues las paredes del valle parecen inmensas cumbres montañosas.


Ya que la posada de Mira no ofrecía un aspecto apetitoso y nos habían dicho que el siguiente pueblo, Villora, distaba sólo dos leguas, sin perder el camino, me decidí llegar hasta allí."


BIBLIOGRAFÍA:

- Wikipedia, artículo de Heinrich Moritz Willkomm
- Wanderungen durch die nordöstlichen und centralen Provinzen Spaniens ... aus dem Jahre 1850. Heinrich Moritz Willkomm.
- "Viajeros por la Historia. Extranjeros en Castilla-La Mancha. Cuenca" de Ángel Villar Garrido.

El libro de la caza de Don Juan Manuel


El libro de la caça o libro de la caza es un tratado cinegético compuesto por Don Juan Manuel en su primer periodo de producción literaria, entre 1325 y 1326. La obra se centra en la actividad de la caza con distintos tipos de halcones para la captura de aves utilizando también perros para la recogida de las presas. El libro contiene 12 capítulos, siendo el último muy interesante por señalar los lugares más apropiados para la caza de éste estilo en varias zonas de España. Cuando el autor describe los lugares del obispado de Cuenca, menciona a Mira, afirmando que no es un buen lugar de caza aunque contiene alguna zona con patos.

"El arroyo de Guardaçahón naçe en la sierra […] sobre Valdemoro, aldea de […] et entra en[…] deyuso de Ymeda; et en este arroyo ay ánades et garças, señaladamente çerca del aldea de Valdemoro et dende fasta Ymeda por do se acaesçe, et en esa vega, cabo del almarjal deYmeda, á un par o dos de grúas de morada. Et el arroyo de Mira, porque non es buen lugar de caça, non fizo don Johan fuerça de saber do naçe nin en quál río entra, pero dize que deyuso de Mira ay algún [lugar] de ánades. En las lagunas de Canpos Robres ay mucha sánades et […] et muchas garças al tienpo del paso. El arroyo de Ovel nasçe sobre Alcaudete, et fasta en Requena ..."


BIBLIOGRAFÍA:

- Artículo "El libro de la Caça" en Wikipedia.
- El libro de la caza de Don Juan Manuel. Fernando Martín Martín, Pedro Martín Sánchez y Borja Moreno Garranzo.
- El libro de la Caça. Don Juan Manuel.

Origen etimológico de Mira


El origen del nombre no está del todo claro; según algunos diccionarios de topónimos se le concede el significado que el DRAE otorga a mira en las fortalezas antiguas, es decir, obra que por su elevación permitía ver bien el terreno. En 1866 el historiador Trifón Muños y Soliva afirmó que podría venir de la palabra hebrea Schamira, guarda, centinela, custodio; y de ella se quedó en Mira. Mucho más reciente es la opinión de Bernat Mira Tormo, quien ha estudiado con gran interés la toponímia ibérica, y asegura que Mira es uno de los hidrónimos ibéricos, citados desde la antigüedad y cuyo significado sería "El río". De este hidrónimo y sus derivados, existiría una gran abundancia de nombres en España como en Portugal, como Mira, Mier, Miera, Mieres, Mera o Miranda. Por su parte Francisco Piqué Más piensa que su origen estaría en el antropónimo de Banü Amira, uno de los linajes que durante los primeros tiempos de la islamización tuvieron una importante presencia en la región de Santaver, región a la que por entonces pertenecía todo el territorio de Mira. Por último mencionar la opinión de Manuel Martínez García, quien piensa que MISUAT (Mira en Arabe) indica "lugar de asados".


BIBLIOGRAFÍA:

- Historia de la Ciudad de Cuenca y del territorio de su provincia y obispado. Autor Trifón Muñoz y Soliva.
- El origen ibero-tartésico del euskera. Bernat Mira Tormo. Libro disponible en Google Libros
- Los tres castillos de la cruzada contra Requena (1219). Francisco Piqué Más. Revista Oleada 2007.
- Toponimia navarroaragonesa del Ebro (IV): Orónimos Juan A. Frago Gracia.
- Aliaguilla, memoria de un pueblo. Manuel Martínez García

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El azafrán


El azafrán es una especia que se obtiene a partir de los estigmas de la flor del Crocus sativus Linnaeus, conocida vulgarmente como Rosa del azafrán.

Aunque los orígenes del azafrán son confusos, parece casi exacto afirmar que procede de las mesetas de Anatolia. Desde allí su cultivo se extendió en todas las direcciones, propiciado en gran parte, gracias a los árabes.

La tradición azafranera en España ahonda sus raíces en la alta edad media, siendo la civilización Hispano-Musulmana la que, en los siglos VIII y IX, recogió de los árabes el conocimiento de la legendaria planta, cuyo cultivo no tardó en extenderse por todos los territorios de Al-Andalus, siendo monopolizada por la alta burguesía andalusí.

En el siglo XV, en los territorios de la Corona de Aragón, el azafrán se convirtió en uno de los artículos comerciales más importantes. En concreto el azafrán catalán de la Horta de Sant Joan fue reconocido por su alta calidad nacional e internacionalmente y uno de los centros de venta más importantes del mediterráneo.

El primer documento escrito que hace referencia al cultivo del azafrán en La Mancha aparece en 1720, aunque parece lógico pensar que su cultivo estuvo presente mucho antes. Ya en el siglo XIX esta región producía el azafrán de mayor calidad de España, que es como decir del mundo. La variedad manchega se caracteriza por unos estigmas de mucho cuerpo, mayores que los estilos. Su poder colorante puede alcanzar 300 grados y su aroma es penetrante.

Recolección
En el mes de octubre comienzan a aparecer las primeras rosas. Su recolección tradicionalmente ha sido realizada a mano y de mañana, con las primeras luces y con gran trabajo y cuidado, ya que al ir abriéndose la flor durante el día hace más difícil su recogida.

Esbrinar
Una vez recogidas las rosas en una cesta de mimbre, se trasladan para proceder a la esbrinación, es decir, a la separación de los estigmas del resto de la flor.

Tueste
Una vez mondada toda la flor, se extiende los estigmas sobre un cenazo o ciezo, de malla o lino y se colocan al amor de un foco de calor débil pero constante y permanente, de forma que irá tomando un color más oscuro, sin que se alteren las propiedades del producto, como el color o el aroma.

El azafrán en Mira
La primera mención al azafrán en Mira lo conocemos gracias al catastro de Ensenada del siglo XVIII, donde se nos informa de su cultivo y precio; la libra de azafrán valía diez reales y estando tostado cincuenta.

En el siglo XIX los testimonios tanto de José Cornide en 1801, como del Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal en 1829, nos confirman de nuevo su cultivo.

En 1911 tenemos los nombres de varios vecinos de Mira relacionados con el Azafrán:

Azafrán (almacenes y despachos):
Antonio Esteban
Julián Esteban
Ramón Valero

Azafrán (Cosecheros):
Atanasio Sierra
Julián Esteban Cañada
Juan Francisco López
Gregorio Sáiz


BIBLIOGRAFÍA:

- Historia del azafrán : la flor del amanecer. Jesús Ávila Granados.
- Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración de España.
- Catastro Ensenada 1753. Archivo General de Simancas.

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El poder local de la Inquisición


En la estructura de la Inquisición española existían en cada población de cierta importancia una serie de individuos de rango inferior que la representaban a nivel local. Estos surgieron fruto o consecuencia del afán de controlar la mayor parte del territorio posible con el fin de detectar cualquier caso de falsos conversos. Los inquisidores inicialmente durante sus viajes o visitas fueron dejando pequeñas representaciones del tribunal que serían la base para el establecimiento de una red fija y nominal de funcionarios por todo el territorio nacional. Ellos no solamente ostentaban la delegación del Santo Oficio sino que representaban su brazo ejecutor. Esta presencia inquisitorial local estaba representada principalmente por cuatro tipos de funcionarios: comisarios, notarios, alguaciles y familiares. Cargos que no eran remunerados pero que otorgaban a quienes los ostentaban un prestigio e indiscutible categoría social a nivel local, amén de una serie de privilegios  económicos, sociales y jurisdiccionales que los hacían muy apetecidos y por ello eran casi exclusivos de las clases acomodadas de cada población.

Comisarios
Los comisarios fueron creados hacia 1530 como consecuencia de la progresiva sedentarización de los tribunales con la intención de servir de cobertura de apoyo en los distritos ante la imposibilidad de los inquisidores de realizar las visitas a larga distancia con la frecuencia debida. Fueron nombrados en las poblaciones más importantes del distrito. Sus funciones y modo de actuar, como la del resto de funcionarios de la Inquisición, estaban perfectamente establecidas a través de los libros de "Instrucciones" redactados por los inquisidores generales. En ellas se pormenorizaban los detalles de actuación que debían seguir en cuanto a la correspondencia del tribunal, forma de interrogar a los testigos, de formarlos expedientes con las declaraciones y diligencias, y de nombrar ayudantes. La labor de los comisarios consistía en informar al tribunal sobre la vida y costumbres de quienes residían dentro del ámbito de su territorio jurisdiccional, recibían las denuncias o delaciones de los vecinos a quienes tomaban las declaraciones que estimaban oportunas así como de los testigos, y remitían toda esta documentación a los inquisidores para que éstos juzgaran si había sospecha fundada de herejía o delito contra el Santo Oficio. También recogían las pruebas e investigaban sobre la "limpieza desangre" de aquéllos que aspiraban a obtener algún cargo dentro del organigrama inquisitorial, distribuían las órdenes y publicaban los edictos procedentes del tribunal por su territorio. Estaban autorizados a nombrar un notario y un alguacil para su servicio.

En 1674 encontramos un comisario en Mira. Se trata de D. Salvador Martínez García que tres años más tarde, en el expediente de limpieza del requenense Fr. Andrés García Moreno para Calificador, aparece como Comisario del Santo Oficio en Camporrobles.

Familiares
En cuanto a los familiares fue éste sin duda uno de los cargos más numerosos, controvertidos y polémicos de la amplia nómina de la Inquisición. Ellos eran los representantes laicos del tribunal. Constituían la personalización del Santo Oficio al nivel más llano: la cara de la represión entre los propios vecinos. Eran  quienes podían controlar diariamente sus movimientos, sus palabras y sus actos cotidianos. Los confidentes de comisarios e inquisidores. Su misión consistía en estar prestos en todo momento a cumplir con sus obligaciones al servicio del tribunal, y éstas pasaban por desarrollar funciones tan diversas como proteger y acompañar a los inquisidores o a sus oficiales en sus visitas a los distritos; asistir a los Autos de Fe (en aquellas ciudades donde tenían lugar); perseguir y apresar a los acusados cuando se les ordenaba así como custodiar a los detenidos en los traslados entre poblaciones; proceder a las confiscaciones de bienes y actuar en las almonedas de los mismos; intervenir los libros y escritos declarados prohibidos por el tribunal y disponer su quema pública; delatar o provocar la delación y sobre todo ejercer un control efectivo sobre la población.

Para ser familiar en Castilla se exigía (desde 1627) ser varón, casado (aunque a veces cabía dispensa de soltería) o viudo (si reunía las demás condiciones del casado), seglar, tener veinticinco años cumplidos (aunque también hubo dispensas en la edad), y se insistía en que los aspirantes debían ser virtuosos, pacíficos y con condiciones para el cargo. Al igual que los comísanos los Familiares no cobraban tampoco por su trabajo pero a cambio gozaban de un gran poder social que quedaba de manifiesto en la gran cantidad de privilegios de que gozaban, tanto económicos (exención de cargas fiscales, contribuciones, repartimientos, etc.) como militares (relacionados con la prestación de servicios y de guerra), eclesiásticos (por concesiones pontificias) o  jurisdiccionales (derecho a portar armas, cuando la mayoría de la población lo tenía prohibido).

Según un documento de 1646 encontramos tres familiares del santo oficio en Mira. Se tratan de Juan de la Carcel Yrançu, Miguel García y Juan Támez.


BIBLIOGRAFÍA:

- Apuntes sobre la inquisición en las tierras de Requena y Utiel. (Revista "Oleana: Cuadernos de Cultura Comarcal" nº 22) Autor: José Alabau Montoya.
- Vecindario de las ciudades, villas y lugares de la corona de Castilla de 1646.

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Mira, un siglo de historia 1875-1975


En el 2006 el ayuntamiento de Mira publicó la obra “Mira, un siglo de historia 1875-1975”, libro ilustrado que recoge una excelente recopilación de fotografías antiguas del pueblo.


BIBLIOGRAFÍA:

- Mira, un siglo de historia 1875-1975. Ayuntamiento de Mira.
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Mira en la cartografía antigua


La cartografía es la ciencia que se encarga del estudio y de la elaboración de los mapas geográficos, territoriales y de diferentes dimensiones lineales y demás. En este artículo veremos una pequeña selección de antiguos mapas cartográficos donde podremos localizar la población de Mira.

En 1467 encontramos el primer mapa cartográfico que hace mención a Mira. Esta importante obra fue realizada por Nicolaus Germanus, cartógrafo alemán que fue uno de los primeros en crear mapas basados en la Geographica de Ptolomeo, con información actualizada de su época [1].

Mapa 1467

Quince años después, en 1482, Mira vuelve a ser mencionada en un mapa. Esta vez en la obra “Hispania novella”, del humanista italiano Francesco Berlinghieri [2].

Mapa 1482

En 1507, volvemos a ver a Mira en el primer mapa en representar el hemisferio occidental separado, con el Pacífico como un océano aparte. El mapa realizado por Martin Waldseemüller, fue el resultado de un ambicioso proyecto para documentar y actualizar los nuevos datos geográficos derivados de las exploraciones portuguesas y españolas de finales del siglo XV y principios del XVI.

Mapa 1507

Pasarían bastante tiempo, hasta 1634, para ver nuevamente a Mira en un mapa. En este caso sería en la obra de Pedro Texeira, cartógrafo portugués al servicio del monarca Felipe IV de España [3].

Mapa 1634

En 1692 el obispado de Cuenca manda realizar un mapa donde se informa de los diferentes partidos de gobierno y de los principales puntos religiosos. Se puede ver también mencionada la ermita de la Cueva Santa de Mira.

Mapa 1692

En 1766 tenemos un mapa donde a Mira se le llama de San Clemente por pertenecer al partido del mismo nombre. Esto se debía a que las divisiones administrativas del Antiguo Régimen tenían como base la organización medieval, en este caso el Marquesado de Villena, origen de la relación de Mira con San Clemente. A Utiel le pasaba lo mismo.

Mapa 1766

Mapa del obispado de Cuenca de 1802, donde podemos ver por primera vez mencionadas las aldeas de la Fuencaliente y la Cañada de Mira.

Mapa 1802

En la parte final de la primera guerra carlista, en 1840, se llevó a cabo en Mira un ataque de las tropas liberales sobre los tradicionalistas. Para ello el coronel Pedro Ortiz de Pinedo realizó un croquis del mismo. En la actualidad representa en el primer plano conocido de la población [4].

Mapa 1840

En junio de 1851, varios municipios de Cuenca (Requena, Utiel….) pasarían a formar parte de la provincia de Valencia. Los siguientes mapas de 1848 y 1860 reflejan perfectamente el antes y el después. Mira pasaría a marcar los límites de la provincia de Cuenca con Valencia.

Mapa de 1848
Mapa de 1860
En el siguiente trabajo de 1858 podemos observar una pequeña parte del sistema de correos de la provincia de Cuenca. En aquel momento las cartas con destino a Mira eran llevadas desde la cartería más próxima que era Henarejos, siendo Landete la estafeta principal de distribución de la zona.

Mapa 1858

Michelin editan en 1926 los primeros mapas de carreteras de España a escala 1: 400 000. Mira sale en el sector número 9, donde se puede apreciar que la carretera general solamente estaba construida desde Mira a Camporrobles, el tramo desde Mira a Víllora todavía no existía [5].

Mapa 1926

BIBLIOGRAFÍA:
[1] Biblioteca Nacional de Polonia.
[2] Institut Cartogràfic de Catalunya.
[3] Pedro Texeira, El Atlas del Rey Planeta, 1634.
[4] Pedro Piñero, Croquis del sitio de la sorpresa en Mira, 1840.
[5] Michelin España núm. 9 Castellón-Teruel-Cuenca.

Herreros y herrerías


Un herrero es una persona que elabora objetos de hierro o acero, utilizando para ello herramientas manuales para martillar, doblar o cualquier acción tendiente a dar determinada forma al metal (modelar) cuando éste se encuentra en estado plástico.

La herrería, el trabajo del hierro, comenzó en oriente medio en el siglo XII a.c. Se dice que los grandes buhoneros, los fenicios, trajeron a la península los primeros objetos de hierro, así como los secretos de su metalurgia.

Los herreros siempre fueron importantes y de gran necesidad para los pueblos, no solo realizaban herramientas, campanas o diferentes utensilios, si no que en muchas ocasiones también realizaban artículos decorativos o artísticos.

Los herreros de Mira
La mención más antigua a esta profesión en Mira la conocemos gracias al catastro de Ensenada, donde se nos informa que en 1753 había dos maestros herreros llamados Miguel de Requena y Gabriel de la Huerta, que ganaban al día cinco reales cada uno.

La siguiente mención es en 1893, donde encontramos dos herreros: uno llamado Esteban Illán Rubio y el otro Elías Galbadón Pérez, domiciliados en la calle del Río 21 y en la calle Calicanto 2 respectivamente.

En los años 30 del siglo XX lo serían Manuel Gabaldón, Valentín Gabaldón y Ángel Illán y en 1953 lo ejercerían Eduardo Gabaldón y Crecencio Martínez.


BIBLIOGRAFÍA:

- Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración de España.
- Anuario General de España.
- Wikipedia
Catastro Ensenada 1753. Archivo General de Simancas.

Nombres propios con solera


No hace muchos años, nombres propios como Saturio, Nemesia o Társila podían ser muy habituales en España, sin embargo en la actualidad prácticamente nadie los elije para sus hijos. Admito que años atrás esos mismos nombres me parecían horribles, sin embargo ahora los recuerdo con cariño e incluso alguno me parece hermoso. A continuación hago una pequeña selección de ese tipo de nombres que fueron usados en Mira, explicando su interesante origen o significado:

Anacleto: De griego, Ankletos, “llamado, solicitado” y también metafóricamente “resucitado”.

Aquilino: Del latín Aquilinus “como el aguila”, aludiendo a su poder, es también gentilicio de Aquiles.

Atanasio: Del griego A-thanatos “sin muerte, inmortal” (sinónimo de Ambrosio) famoso por San Atanasio el Grande, patriarca de Alejandría y Doctor de la iglesia (s. IV)

Crescencio: Del cristiano-romano Crescens, “que crece”, es decir, “vital, robusto”. Posee numerosos equivalentes y derivados; Crescente, Crescenciano, Crescentino.

Eustasio: Del Griego Eustasios, “estabilidad, firmeza”.

Filomena: Del Griego Philos-melos, “amante del canto”. La forma antigua Filomela pasó, por disimilación, a Filomena.

Carlota: Forma femenina de Carlos, tomada del Francés Charlotte.

Hermógenes: Del Griego Hermos-gemos, “engendrado por Hércules”, de la casta de Hércules.

Honorato: Del latín Honoratus, “Honrado”, más bien en el sentido de “honorado”, o sea que ha recibido honores, que ha ejercido algún cargo público.

Nemesio: Del latín Nemesius, “justiciero”. En Grecia, Némesis era la diosa de la justicia y de la venganza.

Saturio: Variante de Sáturo y éste del latín Saturus, “saciado, saturado”.

Társila: Como Tarsicio, procede del griego Tharsos, “valor”.

Toribio: Nombre masculino de origen Griego, su significado es "Ruidoso" o "Movido"

Balbino: Es un nombre propio masculino de origen latino en su variante en español. Es un diminutivo de balbus (tartamudo).


BIBLIOGRAFÍA:

- Los nombres: origen y significado. Francis Rey.
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La revolución de Enero de 1933


La revolución de Enero de 1933 fue una huelga general anarcosindicalista convocada por la CNT y la FAI, con el objetivo de realizar numerosas agitaciones sociales que denunciaran las paupérrimas condiciones de vida de la clase trabajadora española.

La insurrección se inicia el 1 de enero, cuando desde la siete de la tarde a las nueve de la noche, hacen explosión en La Felguera, (sede de la CNT de Asturias), varias bombas de gran potencia. Simultáneamente, en Sevilla, se producen algaradas callejeras y son asaltadas tiendas y bares. Se producen también saqueos en Lérida, y enfrentamientos en Pedro Muñoz (Ávila), donde los sindicalistas toman el Ayuntamiento, proclamando el comunismo libertario. El 2 de enero la Guardia Civil de Barcelona descubre un depósito de bombas atribuido al mismo sindicato. El día 3 se descubre otro arsenal de explosivos en Barcelona y el 5 estallan más artefactos en La Felguera, en Gijón. Sin embargo los hechos más graves se desarrollarían en Casas Viejas (Cadiz), donde las fuerzas del orden acabaron incendiando la casa donde se habían refugiado algunos de los dirigentes de la insurrección, entre ellos Francisco Cruz Gutiérrez, conocido como "Seisdedos" que muere calcinado junto a otros vecinos de la población.

Los disturbios en Mira
El 12 de Enero los disturbios llegaron a Mira al declararse esa misma mañana una huelga general en el pueblo. Según la crónica del diario “La Libertad”, todo empezó cuando un grupo de huelguista se dirigió a las obras del ferrocarril Cuenca-Utiel, con el objetivo de forzar a los obreros para que abandonasen el trabajo. Algunos se opusieron a ello, produciéndose por este motivo algunos altercados entre ellos. Por fin, al mediodía, consiguieron los manifestantes sus propósitos, y en actitud levantisca volvieron al pueblo. Antes de llegar, les salió al paso la guardia civil, que preguntó a los huelguistas que querían, estos respondieron con una agresión a los guardias, que recibieron una pedrada y varios disparos, resultando dos guardias heridos levemente. Las fuerzas del orden replicaron, hiriendo a dos manifestantes levemente y a uno con extrema gravedad.

Consecuencias de la huelga general en España
La huelga y especialmente los sucesos de Casas Viejas conmocionaron profundamente a la opinión pública española, hasta el punto de catalizar la caída de Manuel Azaña como presidente del Consejo de Ministros; así como un aura de desprestigio de la autoridad gubernamental republicana por parte de las clases populares.


BIBLIOGRAFÍA:

- Wikipédia
- Diario “La Libertad”, jueves 12 de Enero de 1933

Zara, Niceto Hinarejos Ruiz


Niceto Hinarejos Ruiz, natural de Alcalá de la Vega y gran conocedor de la historia de la serranía baja conquense, es el autor de Zara, una novela que nos recrea la conquista y la guerra de intereses en que varios castillos de la región, de entre ellos el castillo de Mira, fueron protagonistas a principios del siglo XIII. Su lectura resulta amena y altamente recomendada para todo aquel que desee conocer un momento trascendental de la historia de Mira.

El libro fue editado con motivo del 800 (1210-2010) aniversario de la conquista de los castillos de El Cuervo, Castielfabib, Ademuz y Serreilla por Pedro II de Aragón y, por este motivo, de la puebla de Moya y sus tierras por Alfonso VIII. La obra puede ser adquirida bajo pedido escribiendo al siguiente correo electrónico: 965605606@infonegocio.com

BIBLIOGRAFÍA:

- Zara. Niceto Hinarejos Ruiz. ISBN: 978-84-613-3842-0

La visita ilustre de José Cornide


José Andrés Cornide de Folgueira y Saavedra, señor de Cebreiro, de Madiz y de Saa, fue ante todo un hombre curioso, cuyo afán por conocer y estudiar cuantas materias eran objeto de su atención, le llevó a dedicar su vida a la erudición y a la búsqueda de las evidencias que apoyaran sus investigaciones.

Su vinculación con la Real Academia de la Historia, primero como académico correspondiente y después como numerario, le llevaron a desempeñar las funciones de Revisor General y, posteriormente, Secretario y Bibliotecario de la Real Corporación. Esta vinculación con la Real Academia de la Historia y sus amistades con señaladas personalidades de la política y sociedad española de la época, le permitieron desarrollar una intensa actividad viajera por tierras de España y Portugal.

Uno de sus últimos viajes fue el que inició el 22 de octubre de 1801 por las tierras de Cuenca y Teruel, con el objetivo de buscar las fuentes de río Tajo y conocer con más detalle la geografía de la serranía de Cuenca, como complemento a sus trabajos sobre la geografía Ibérica. Un hecho a destacar durante este periplo, fue la visita que realizó el 4 de noviembre del mismo año a la población de Mira, donde hizo noche y dejaría anotado en su cuaderno los siguientes comentarios:

De Garaballa fui a dormir a Mira, distantes 2 leguas del monte y media de la Vega, en la que se haya situado el pueblo a falda de unos cerrillos que la cierran por la derecha; aunque su posición es pendiente y dominada por un antiguo castillo ya arruinado, es agradable porque le baña el río Moya, del que se sacan varias acequias que riegan la vega en la que a la salida del lugar, vi un paseito de álamos blancos. El vecindario me pareció numeroso y aplicado a la labor del campo, pues en las faldas de los cerros tiene sus viñas y algunos frutales. Yo me alojé por gracia en casa del boticario, pues la posada es sólo de arrieros y ni tiene cuarto ni cama. Es vicaría agregada a Camporrobles y cultivan azafrán.”

José Cornide murió en 1803, dejando una extensa y interesante documentación, y sin duda siendo uno de los viajeros más importantes de la Ilustración española.


BIBLIOGRAFÍA:

- “Los viajes de José Cornide por España y Portugal de 1754 a 1801” Abascal, Juan Manuel; Cebrián, Rosario.

La navaja barbera y los barberos


Antes del siglo XX, los hombres que se afeitaban lo hacían con navaja barbera, una herramienta afiladísima que, manejada con destreza sobre un rostro humedecido y enjabonado, dejaba la piel tan fina como el culito de un bebé. Para ello eran imprescindibles los preparativos que llevaban a ablandar el pelo y lubricar la superficie cutánea de modo que la tarea no fuera sangrienta, y de ahí el consejo –popular desde el siglo XV– “cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar”.

Tradición milenaria
El hábito generalizado de afeitarse se remonta, al menos, al antiguo Egipto, cuando se hicieron con bronce las primeras herramientas de corte fino. Alejandro Magno introdujo la costumbre en el mundo grecorromano, de modo que en la antigua Roma surgió la figura del tonsor, profesional que resultaría precursor de los alfagemes o barberos, que todavía en el medioevo usaban navajas de hierro. Hasta mediados del siglo XIX los oficios de barbero, peluquero y cirujano podían coincidír en la misma persona, ya que la navaja, de acero desde el siglo XVIII, era el instrumento con el que tanto se podía afeitar como hacer las sajaduras y cortes propios de las operaciones.

El ritual del barbero
La navaja barbera había de tener siempre el filo en perfectas condiciones, para lo cual se afinaba antes de cada uso pasándola unas cuantas veces por un asentador, posteriormente el incomparable ritual de enjabonarse con brocha, propio de quienes han aprendido a disfrutar con el afeitado.

Barberos en Mira
La mención más antigua a esta profesión la conocemos gracias a la contribución industrial de 1893, donde se nos informa que en Mira habían dos barberos: uno llamado Joaquín García Lázaro y otro Felipe Pérez Valdés, domiciliados en la calle del Río 19 y en la calle del Medio 3 respectivamente.

En 1911 Joaquín y Felipe todavía seguirían siendo los barberos del pueblo, en cambio en 1929 lo serían Emiliano García y Faustino Tortajada. En los años cincuenta los profesionales del afeitado lo serían Eligio García, Isaías Tortajada y Julián Tortajada.


BIBLIOGRAFÍA:

- Revista MuyInteresante.
- Boletín Oficial de la provincia de Cuenca.
- Ilustración de la Colección de Alvarez Caballero.
- Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración de España.
- Anuario General de España.

Gil Garcés de Azagra, el primer Señor de Mira


En 1219 el castillo de Mira es conquistado por el arzobispo de Toledo, Don Rodrigo Jiménez de Rada. Dos años después, en 1221, el mismo Arzobispo toledano hace entrega del castillo de Mira a Gil Garcés de Azagra, convirtiéndose así en el primer señor en feudo de Mira tras la etapa musulmana.

¿Quién era exactamente Gil Garcés de Azagra?
Gil Garcés de Azagra (también conocido como Egidio o Gil García de Azagra)  fue uno de los hijos de matrimonio formado por Teresa de Hinojosa o Hinestrillas y García Ruiz de Azagra, hermano de los dos primeros señores de Albarracín. Era nieto de Miguel Muños de Hinojosa y Sancha de Hinestrillas, por tanto primo de Don Rodrigo Jiménez de Rada.

Debió de nacer en la década de 1170; como hijo de Teresa recibió en 1185 su parte en Deza junto con el obispo y abad de Huerta, su tío Martín de Hinojosa.

Gil Garcés se casó con Toda Ladrón (pariente de Teresa Gil de Vidaurre, una de las mujeres de Jaime I). En el testamento de su mujer se evidencia que Garcés gobernó Mora, hoy Mora de Rubielos, antiguo dominio de su suegro Pedro Ladrón, alférez de Pedro II de Aragón.

Desde Julio de 1202 hasta Diciembre de 1204 confirma diplomas de Alfonso VIII; luego sólo aparece en uno de 1206. En 1211 testifica junto a su primo, el señor de Albarracín Pedro Fernández de Azagra, que acude a la corte castellana en cumplimiento de una cláusula testamentaria paterna; desde entonces su presencia sólo consta en documentos de Albarracín y sobre todo aragoneses. En 1214 jura fidelidad al rey niño Jaime I entre los nobles aragoneses.

En 1221 obtiene de su primo Don Rodrigo Jiménez de Rada los castillos de Mira, Santa Cruz (Santa Cruz de Moya) y Serreilla.

Gil Garcés de Azagra debió de morir en 1237, cuando su viuda Toda Ladrón testa teniendo como albaceas a su propio hermano don Ladrón y al rey Jaime I durante el sitio de Valencia. El testamento menciona, junto al heredero varón Gil Garcés II, a una hija, Maria Gil, y una nieta, Elvira Gil.

Hay dudas sobre el lugar donde pudo ser enterrado; según un testamento de 1201, prometió varias donaciones y enterrarse en el monasterio de Santa María de Huerta, hecho que ratifica Antonio Ponz en el siglo XVIII, cuando vió un tablero en el monasterio de Huerta que decía: "Aquí yacen sepultados los nobles caballeros Gil Garcés, Don Diego Munóz y Don García Muñoz, que fueron nietos de generoso caballero Nuño Sánchez el noble”. Sin embargo sabemos que en 1228 se hizo freire de Santiago, orden que regularmente ligaba las donaciones a enterramientos en sus iglesias. De esta manera hay la hipótesis que pudo ser enterrado en la iglesia santiaguista de San Marcos de Teruel.

Gil Garcés de Azagra representa esos señores de frontera que durante la reconquista establecieron vínculos entre los reinos de Castilla y Aragón, según los intereses y alianzas por entonces muy cambiantes.


BIBLIOGRAFÍA:

- Una cruzada, un noble y un castillo en la frontera de Moya. Guillermo de León y Luís Mombiedro.
- Mira, tierra de frontera. Miguel Romero Saíz. Oleana: Cuadernos de Cultura Comarcal. Nº. 22, 2007. ISSN 1139-4943.
- Historia de Albarracín y su sierra, Tomo III / dirigida por Martín Almagro.
- Feudo de Gil Garcés. Niceto Hinarejos Ruiz.
- Viaje por España. Antonio Ponz


Los Terrádez, de catalanes a manchegos.


Ultima actualización 20/02/2023. El apellido Terrádez es bastante escaso, según las últimas cifras relativas, hay 231 personas censadas como primer apellido y aproximadamente 225 personas como segundo apellido. El mayor número de apariciones se da en Valencia (59,83%), Cuenca (14,53%) y Madrid (11,54%), en menor medida en Barcelona (3,85%) y Sevilla (2,14%) (1).

Origen de los Terrádez
Según varios documentos del siglo XIX de la provincia de Cuenca, vemos como el apellido Terrádez se encuentra escrito como Terrades. Esto fue debido a que varios Terrades de Valencia emigraron a las tierras de Cuenca, y fue en esta zona donde se desarrolló una disimilación, es decir, un cambio en la estructura del nombre, se cambió la última “S” por una “Z”, partiendo de la hipótesis que para un castellano es mucho más fácil pronunciar Terrádez que Terrades. A continuación, si aceptamos Terrades como un toponímico, es decir, un nombre derivado de un lugar o región, su origen podría estar en la población catalana de Terrades, localizada en la comarca del Alt Ampordà, en la provincia de Gerona. Su iglesia románica dedicada a Santa Cecilia, se menciona en 1115, cuando Ricardo de Terrades empeña a Dalmau de Montmarí las propiedades que tenía en esta parroquia. En esta población también se encuentra las ruinas del Castillo de Terrades, que fue entregado por el Infante Pedro, en nombre de Jaime I, a los vizcondes de Rocabertí, en 1272 (2).

 

Población de Terrades


En la reconquista y siglos posteriores, un gran número de Terrades emigrarían a las tierras de Valencia y a las islas Baleares. Hecho revelador es que en la actualidad, la mayoría de Terrades viven en la comunidad de Valencia (48%), seguidos de Cataluña (34%) y en las Baleares (16%). Una de las primeras referencias en Valencia, se da en la capital entre 1354 y 1374, donde aparecen registrados Jaume Terrades y Miquel Terrades. Posteriormente, a partir del siglo XVII vemos que el apellido aparecerá prácticamente concentrado en la comarca de La Safor, en poblaciones como Gandia, Palma de Gandia, Real Gandia, Oliva etc (3).

Los Terrades en la provincia de Cuenca
En el siglo XVIII aparecen documentados los primeros Terrades en la provincia. Conocemos el caso de José Terrades Juliá y Vicenta Peiró Martí, que tras casarse en Potries en 1774 (4), se desplazan a vivir al municipio conquense de Villalpardo, en concreto en la Rambla de la Consolación (5), donde existían varios molinos. En fechas similares, otra rama aparece en La Pesquera y de nuevo relacionados con los molinos, en este caso con el del Sotillo, en el Pajazo (6)



Paralelamente aparecen los primeros documentos donde el apellido se escribe como Terraez o Terradez y poco a poco va desapareciendo Terrades.

En Mira, los primeros Terrádez llegarían a mediados del XIX, un ejemplo de ello sería Ángel Terrádez López, natural de Villalpardo, que tras estar como molinero en el Pajazo, se trasladaría a Mira, donde compraría 2 heredades en la desamortización de Madoz (7) y terminaría gestionando el molino del Sargal (8). Otros Terrádez también terminarían como molineros, teniendo un papel importante papel en la gestión y desarrollo de los molinos harineros del pueblo. La siguiente generación de Terrádez en Mira se caracterizaría por ser propulsores de la modernidad. Según cuentan las memorias populares, el molinero Nicolás Terrádez Esteban, fue el primero en montar un generador eléctrico en su molino, y por consiguiente el primero en tener luz eléctrica en el pueblo. Por su parte, Constantino Terrádez Huerta, fue el primero en tener un negocio de transporte público en Mira, en 1928 disponía de tres vehículos de la marca Ford.

En los años 50 y 60 del siglo XXI, varios Terrádez como otros tantos mireños, se desplazarían a Valencia, Barcelona o Madrid, en busca de mejores oportunidades.


BIBLIOGRAFÍA:
1. INE
2. Wikipedia
3. Diócesis de València
4. Diócesis de València
5. Diócesis de Cuenca
6. Los molinos hidráulicos harineros en la provincia de Cuenca. Antonio García Cuevas.
7. Archivo histórico de Cuenca
8. Registro Civil de Mira.